Siempre es motivo de satisfacción hablar de aniversarios, pero es mayor cuando afecta a colectivos humanos, a historias de personas cuyos esfuerzos, relaciones e ilusiones comunes se traducen en la construcción de un proyecto apasionante.
Durante éste mes de enero de 2017 estamos de enhorabuena, pues nuestra empresa suma la cantidad de 30 años. Vamos a celebrar el cumpleaños de Copima, recordando sus orígenes, su trayectoria y propósitos de futuro.
Para ello, vamos a hacer una breve retrospectiva donde poder observar la trayectoria a lo largo del tiempo, cuando nuestra homenajeada empresa, casi nada tenía que ver con la actual red comercial, la variedad de referencias y su difusión geográfica.
La génesis vamos a encontrarla en un lugar y en un contexto muy concretos: el Mesón de La Puebla de Castro y en la década de los sesenta del siglo XX. Vicente Burrel, un hombre con iniciativa y gran creatividad, decidió emprender un negocio hasta el momento singular. Se trataba de un matadero de pollos, situado en los bajos de su casa: El Mesón de la Puebla de Castro. Él mismo gestionaba la búsqueda de la materia prima, y era en su propia casa donde se realizaba la matanza y elaborado del producto.
Ya en aquel tiempo, se proporcionó un sustancial número de puestos de trabajo para varias mujeres de dicha localidad, lideradas por Matilde Raso, esposa de Vicente. Esta creación supuso una importantísima inyección para las economías domésticas de ese momento.
Una vez las aves estaban sacrificadas y preparadas, se cargaban en el camión y el mismo Vicente realizaba la auto-venta a lo largo de muchos kilómetros, llegando semanalmente hasta el Valle de Arán, entre otras ubicaciones.
En 1987 se produjo un cambio muy relevante. José Luis Pina y Mario Mas adquirieron el negocio de Vicente Burrel, cambiando la forma original y constituyéndose la empresa COPIMA.
Fue a partir de esa fecha cuando comienzan a crecer las referencias de ventas, dejando de ser solamente repartidores de pollos, huevos y conejos, para ofrecer cada vez un mayor abanico de productos.
Serán primero jamones, quesos y preventa de cerdo. Más tarde ternera y cordero, hasta llegar a completar la gama de carnes y derivados.
Tal fue el crecimiento de referencias, que en el año 1991 hubo que construir un primer almacén frigorífico, llevándose a cabo una primera ampliación, consolidándose la empresa en la actual ubicación. A partir de ese momento, se van a ir realizando pequeños aumentos y reformas constantemente, adaptándose a las necesidades, siempre con una política de crecimiento moderada.
Este éxito incipiente siempre estuvo estrechamente ligado a la evolución de la hostelería de las provincias de Huesca y Lérida. El turismo creció en éstas áreas. Surgió una hostelería de mayor calidad, cada vez más exquisita y profesionalizada. Copima se encontraba cada vez más volcada al servicio de la restauración, ampliándose sustancialmente la gama de productos iniciales, llegando a cubrir todo el espectro de las necesidades de productos que los clientes demandaban.
Así, en torno a 1995 se sustituyó definitivamente la auto-venta, diversificándose las figuras de comercial y de repartidor. De este modo, se pudo ir obteniendo un conocimiento más exhaustivo del producto dando respuestas más personalizadas a los clientes.
El año 2000 representó un punto de inflexión por varios motivos. La ampliación del almacén frigorífico y la creación de las oficinas actuales, con la implantación de un nuevo sistema informático que revolucionó el sistema de trabajo de Copima. Todo ello obtuvo mejoras de gestión de stock, optimizándose la gestión de almacén. A la par de todo ello, poco a poco se fue incrementando de forma importante el número de personal.
Continuando nuestro viaje por la historia de Copima, en 2003 se consiguió garantizar la calidad a través de la ISO 9001/2000. Con ello se generaban mejoras cualitativas hacia los clientes obligando a reflexionar y mejorar los procesos de trabajo.
A partir de 2004, se sucedieron unos años de crecimiento y auténtica proyección. Siempre ligados a la eclosión de los mercados hosteleros de los valles pirenaicos, de todos los rincones de nuestras provincias y nuestras áreas de influencia, se fueron incrementando las gamas de productos cada vez más completas, consiguiéndose un maremágnum de posibilidades cada vez más complejo y específico.
La crisis económica que comenzaba en 2008, repercutió en los procesos evolutivos debidos a los cambios de costumbres de clientes, motivados por la falta de liquidez y los conflictos comerciales que ello conllevaba. Todos estos problemas generaron en Copima las herramientas para poder vencer la situación de tal adversidad.
En 2012 se llevó a cabo la más considerable ampliación hasta el momento, apostando por las familias de congelado de nuestro catálogo. Desde entonces hemos continuado con una notable progresión, consiguiendo los máximos resultados en 2016, el mejor año de la historia de Copima.
En la actualidad tenemos una plantilla de 54 personas, 24 vehículos de reparto y un abanico de más de 5.000 referencias de venta.
Las nuevas instalaciones proyectadas para Copima, continuarán situando a La Puebla de Castro en el punto de partida, consolidando esta localidad altoaragonesa como epicentro de la empresa. Con un radio aproximado de 150 kilómetros, y con clientes repartidos desde Jaca hasta Baqueira, Fraga, Tárrega y Zaragoza. Un mérito logístico, que consiste en asumir el hándicap de las distancias y ubicaciones, priorizando siempre el compromiso y la perseverancia como emblemas y marcas de la casa: el mejor producto con el mejor servicio posible.